Esa misma noche mandó un mensaje a su jefe.
Ella tenía razón, tenía capacidad para alcanzar todo aquello que se propusiera, pero sus metas siempre eran las que otros le habían impuesto; sus logros, los que otros firmaban como propios. Había llegado el momento de aprender a volar, y para ello había que correr riesgos. Lo sabía y había dejado de asustarse por ello mismo. Su padre se lo dijo una vez...
Tenía la experiencia, tenía el sueño, únicamente debía apostar por el caballo ganador: él mismo. La posibilidad del fracaso siempre existía, pero ¿por qué no iba a levantarse de nuevo?
La mañana siguiente no fue a trabajar.
He decidido apostar por el caballo ganador.
Ella tenía razón, tenía capacidad para alcanzar todo aquello que se propusiera, pero sus metas siempre eran las que otros le habían impuesto; sus logros, los que otros firmaban como propios. Había llegado el momento de aprender a volar, y para ello había que correr riesgos. Lo sabía y había dejado de asustarse por ello mismo. Su padre se lo dijo una vez...
Hijo mío, si quieres aprender a volar no puedes tirarte de la altura que una silla te ofrece.
Así nunca lo conseguirás. Debes irte al rascacielo que más pánico te de y lanzarte desde el último piso del mismo.
Así nunca lo conseguirás. Debes irte al rascacielo que más pánico te de y lanzarte desde el último piso del mismo.
Tenía la experiencia, tenía el sueño, únicamente debía apostar por el caballo ganador: él mismo. La posibilidad del fracaso siempre existía, pero ¿por qué no iba a levantarse de nuevo?
La mañana siguiente no fue a trabajar.
Comentaris
menudo final
blanca me has dejado :)